lunes, agosto 28, 2006

Reencuentro [RELATO]

Las pocas luces del local le daban un aire lúgubre, habían fotos colgadas en la pared tratando de disimular el frío ambiente del lugar. “Big Ben” se llamaba, y haciendo honor a su nombre, en él se respiraba melancolia. Demasiada melancolía para una noche de primavera en Miraflores. Miguel caminó por un corredor de mesas vacias, rumbo a lo que parecía otro ambiente más bullicioso desde el cual se oían risas y voces. Las siluetas de parejas al son de la música e dieron la bienvenida. Distinguió algunos rostros conocidos, entre ellos el de Carmen, la homenajeada. "Treinta años no se cumplen todos los dias" rezaba el e-mail de invitación. Y con buen gusto, ella misma había elegido ese lugar para celebrar tan especial fecha.

Miguel estaba acostumbrado a llegar solo a este tipo de reuniones. Desde hacía aproximadamente un año que había decidido dejar la apatía y soledad de su departamento para dejarse ver con más frecuencia en compromisos sociales. Había empezado a preocuparse nuevamente por su apariencia y hasta había recuperado los pocos kilos de su peso normal. Parecía que su autoestima había retornado, en consecuencia, se encontraba más seguro de sí mismo.

Diplomáticamente Miguel saludó a conocidos y desconocidos que fue encontrando camino a la mesa principal. Algunas de las caras que reconocía en la penumbra eran familiares. Cuando se acercó a la mesa una de las presentes volteó...y en milésimas, su mente tuvo que hurgar entre recuerdos mas duros para identificar a quién saludaba. A él le parecieron minutos, pero en realidad fueron segundos, recordó ese cabello que tantas veces acarició, recordó ese rostro que otras tantas besó, recordó ese perfume que muchas veces sintió tan intimamente, era Fátima.

En los dos años que habían pasado desde la última vez que la vio -en su casa-, siempre se preguntó que le diría si la volvia a ver. Muchas veces planeó palabras y reproches que brotaría con fluidez de su boca. Muchas otras calculó orgullosas frases de prefabricadas para un probable encuentro casual. Pero las cosas no siempre son como las esperamos...y mucho menos como las que siempre esperaba Miguel. En ese momento, él no estaba preparado para verla sorpresivamente delante suyo. Fátima, la mujer que dejó su corazón hecho un lamento y convertió su vida en una agonía, estaba nuevamente delante de él. Y Miguel no pudo hacer mejor cosa que...evitarla cobárdemente.

La oscuridad del local disimuló su confusion e hizo que la saludara con un tímido "hola" para luego hacerse camino entre la gente e instalarse en un rincón del ambiente.
Las discotecas nunca le habían gustado, no disfrutaba bailar como lo hacían los demás. Esta no era precisamente una discoteca, pero la gente bailaba como si lo fuera. Miguel dibujaba en su rostro una sonrisa desabrida. Las conversasiones poco interesantes y la melodía que sonaba estridentemente ya no le interesaban. La noche se extinguía, llevando y trayendo fantasmas que él pensaba superados.

-Si pues Carmen, tu email tenía razón: Treinta años no se cumplen todos los día. Pensó.

De regreso a su departamento, lloró.