sábado, noviembre 21, 2009

Foto mental


Miguel extendió sus manos formando un rectángulo con el índice y el pulgar, cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir. Encuadró aquel instante, como siempre lo hacía con aquellos momentos que deseaba inmortalizar en su memoria. Con un poco de esfuerzo podía recordar cuándo empezó a tomar esas instantáneas personales.

Belinda le quedó mirando con sus impresionantes ojos verdes. El ordenador mostraba formas danzantes y coloridas al compás de la música. Las velas sobre la mesa ofrecían la iluminación suficiente para que la escena se hiciera sincera y perfecta.

El tiempo se detuvo por un instante, Miguel guardó su instantánea mental y pensó en cuánto la echaría de menos.

-Extrañaré estos momentos Belinda -dijo Miguel, en inglés.
-I know, me too. You're so cute - respondió ella.

Regresando en su auto, trató de contar cuántas veces había hecho instantaneas mentales: Recordaba cada una ellas: La primera que hizo en Barranco, con un pisco sour y Fátima. Recordaba también, la que hizo en casa de Camila -la siemrpe dulce Camila-, despidiéndose antes que ella partiera a Australia.
Cómo no recordar la que le hizo a Connie, la linda gaucha que conoció los meses que estuvo en Buenos Aires y, claro, la que le tomó a Carmen en LarcoMar contándole, delante de un café-moca, que dejaba definitivamente el Perú.

Cinco años después y un par de nuevas cicatrices en el corazón, habían hecho olvidar los -ahora lejanos- recuerdos de Fátima. El tiempo no había pasado en vano.

Miguel aparcó delante de su edificio y descendió del auto. La luna en el cielo brillaba con gran detalle, ofreciendo su embriagadora belleza a quien se detuviera a verla. Cosa que Miguel no pudo resistir.

La noche corría apacible en aquel silencioso pueblo europeo, mientras pocos transeúntes reparaban en aquel hombre que, con los brazos estirados y los ojos cerrados, formaba una extraña figura rectangular apuntando al cielo.

miércoles, septiembre 30, 2009

Nitro - Glicerina

Miguel siguió corriendo, atrás dejaba el distrito residencial internándose en el territorio de las tribus urbanas. Se detuvo en el parque frente al acantilado. El cielo dibujaba tonos rosáceos mientras el sol agonizaba en el horizonte. Miguel pensó en su pequeño mundo, su maltrecho corazón y en lo qué se sentiría saltar.
-No, mi salto debe ser más lejano - pensó.

Tres semanas después, tomaba un vuelo hacia Reino Unido. En el IPod sonaba Glycerine(1): pudo haber sido más fácil para los tres: tu, yo y nuestro viejo amigo el miedo.


(1)Glycerine, by Bush (1994)

domingo, septiembre 06, 2009

Aeropuertos


Aeropuertos, he pasado por algunos. Los he visto amplios, discretos, bulliciosos de día y silenciosos de madrugada, he esperado en ellos junto a extraños de nacionalidades desconocidas que ocasionalmente esperaban el mismo vuelo que yo. Han pasado años desde que subí por primera vez a un avión, ha pasado ya algún tiempo desde que sentí esa emoción, ese miedo, ese sentimiento en el estómago que me hizo apretar la mano de esa persona que viajaba conmigo.

Sin quererlo, ahora vuelo más seguido. Vivo en una isla, en la que el verano me tomó por sorpresa y en la que no tardará en llegar el otoño. El fin del verano me recuerda que el ultimo trimestre del año se acerca y con él esas fiestas que me hacen recordar la fragilidad de todo... la lejanía de unas cosas y la cercanía de otras.

El iPod toca a Codplay, la voz de Chris Martin me cuenta la historia de un rey que gobernaba el mundo (Viva la Vida), yo no quiero gobernar el mundo, me basta con intentar hacerlo con mis pasos.