domingo, diciembre 31, 2017

Hoy conoceré a mi mujer

Madrid, martes 4 de julio de 2248.

Hoy no es un día cualquiera, hoy es el día que he estado esperando hace mucho tiempo, hace dos años exactamente desde que empezaron los trámites.

Hoy  hace dos años me dirigí al médico de cabecera y le pregunté la posibilidad de convertirme en cónyuge asistido. En los tiempos en que vivimos, cada vez es más difícil que nos relacionemos con el sexo opuesto y esta idea era algo que rondaba en mi cabeza desde hacía mucho.

Soy consciente de que aún hay mucho tabú al respecto, pero creo que las sociedades evolucionan. Y yo, desde que tengo uso de razón he tenido esa necesidad -instinto lo llaman algunos- de compartir mi vida con alguien. De formar una familia, y todo eso que, de alguna u otra forma, siempre se me había negado (hasta ahora).

Algunos se han atrevido a decir que es una salida fácil, cosa con la que no estoy de acuerdo: No sé qué tiene de fácil estar dos años en una lista de espera y pasar innumerables pruebas de aptitud para poder, finalmente, optar a un cupo en el Programa de Cónyuges Asistidos En Vitro (PCAEV). No es fácil, y eso que no menciono los dos años que se tienen que invertir en ocuparte de que tu nueva (o nuevo) consorte se desarrolle acelerada y completamente sin problemas. A algunos les puede suponer algo incómodo, pero para mí es parte de la experiencia de ser cónyuge.

Sí, los cónyuges asistidos en vitro pueden sonar a ciencia ficción, pero no, vivimos en el siglo XXIII y es una realidad. Nuestra sociedad ha avanzado lo suficiente para poder tener una solución científica una problemática que muchos vivíamos: desear una pareja a quien amar (y que nos ame) y no conseguirla.

Sé que aún, en este año 2248, la opción que he elegido con todo mi amor tiene detractores, la mayoría  son gente con pensamiento conservador -y un poco retrógrado, en mi opinión-.  Para ellos elegir las características físicas (aproximadas) de tu futura pareja les parece antinatural. Esta gente alega que si seguimos ese camino, el mundo se acabará tal y como lo conocemos. Discrepo nuevamente.

Esto es el presente y a nuestra sociedad le ha tomado mucho tiempo llegar a esto. Yo particularmente he esperado mucho y hoy la conoceré, vendrá conmigo a casa porque hay mucho que aprender. El crecimiento acelerado no hace milagros (aunque lo parezca). Tengo que educarla e inculcarle mis valores. En dos años aproximadamente ya será adulta, me enamoraré de ella, y formaremos la familia que siempre he soñado.

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